miércoles, 7 de mayo de 2014

La casa

Extrañar la casa
es extrañar el nido.
Ese lugar calentito 
donde nos sentimos uno mismo.
Donde podemos ofender 
y ser ofendidos
pero todo sigue igual.
Todo sigue igual.

Después de un lustro de cambios
la casa recibe con los brazos abiertos.
Basta con acercarse y
agarrarla por la cintura
para meterla bien
bien
       bien
              profunda
en el pecho.

Y así, uno se hunde en las colchas
¡que los pies no salgan para afuera!
que hace frío
y no hay ganas de estar
en otro lado.
Hay ganas de estar en casa.






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